Espiritualidad y Abundancia.

 En los últimos años, fruto del proceso de Ascensión Planetaria que estamos viviendo, muchas almas hemos tenido un gran despertar de consciencia, hemos iniciado el camino de integración de las sombras y de sanación de los 3 chakras inferiores para dar el salto al chakra del corazón, al Despertar de la Consciencia Crística, y como consecuencia, hemos creado proyectos conscientes, para contribuir en el salto de consciencia de la humanidad entera. Para ayudar a sanar, a trascender la dualidad y a volver a la unidad con la Fuente.

Estos proyectos son muy diversos y afectan a diferentes ámbitos (cuerpo, mente, emociones, espíritu) pero todos ellos tienen algo en común: la sanación y la consciencia. Sanar los miles de años que llevamos de heridas y programaciones obsoletas que nos alejan de nuestra Divinidad. Aumentar la consciencia de quienes somos. Elevar la consciencia del colectivo sobre quienes somos y qué hacemos aquí. Y comenzar el camino de vuelta a nuestra divinidad.

Hay quienes se centran en la alimentación, otros que trabajan a nivel energético, otros a nivel mental, etc.

Yo me encuentro en este camino. Soy una niña índigo y tengo claro que vine a romper estructuras, a ayudar en la desprogramación de la matrix (interna, no externa), a sanar y depurar las sombras de la humanidad, del niño interior, del femenino y del masculino heridos, para llegar al matrimonio alquímico interior. Y a ello consagro toda mi vida. Desde siempre tuve claro que no quería tener hijos y era por este motivo. Porque sentía que mi labor era sanar, sanar y sanar. De hecho, es así tal cual. Tanto en mi carta natal como en mi contrato de alma se aprecia claramente que vine a depurar sombras del inconsciente familiar y colectivo, y luego, al ir adquiriendo maestría interior por el trabajo conmigo misma, poner eso al servicio de los demás. Y esa es una labor a tiempo completo.

Para poder hacer esto, he vivido muchas, diversas y, en muchas ocasiones, adversas circunstancias de vida, (muchas de ellas a muy temprana edad) que me han llevado a un aprendizaje acelerado en muchos temas de vida y, finalmente, a despertar la consciencia que verdaderamente soy y a vivir mi vida desde ese lugar. He desarrollado a nivel espiritual una sabiduría interna que para nada se corresponde con una persona de mi edad (ya sabemos que la edad es una ficción de este plano), o más bien, esa sabiduría que ya habitaba en mi alma vieja ha ido saliendo a la superficie a medida que iba trasmutando sombras internas.

Mi labor profesional no puede separarse en modo alguno de quien soy como alma. Es una prolongación de mi ser, no es algo que hago a ratos. Es lo que soy.

Para ello, también me he formado, por supuesto. Y mucho. He invertido miles de euros en formación como profesional de diferentes terapias, en mentorías para aprender a emprender (que nadie te enseña a ser emprendedor) y aprender a llevar un negocio. Y miles de euros más para crear mi centro.

Todo esto que cuento, no lo hago desde el orgullo o la vanidad, sino desde la plena consciencia de quien soy. Lo de la falsa modestia, ya pasó. Esta es una programación que ya debemos comenzar a desterrar de nuestro inconsciente colectivo. Y lo cuento para generar consciencia. Para hacer reflexionar a quien sea que lea este escrito.

Muchas de estas profesiones que surgen como consecuencia del proceso de Ascensión Planetaria que estamos viviendo, son nuevas. Y las personas que ofrecemos estos servicios somos unas verdaderas pioneras, pues además de establecer qué pinta van a tener estos servicios, tenemos que establecer también qué precios vamos a poner a dichos servicios. Y esto es nuevo, tanto para nosotros como para quienes los reciben.

Para mí está clarísimo que en los precios que pongo a mis servicios, todo esto que he explicado con anterioridad, debe estar reflejado y valorado. Todo lo que me ha traído hasta aquí. Todo lo que ha contribuido a que en este aquí y ahora, pueda estar aquí, ante ti, escuchándote y acompañándote en tu caminar. Mis precios y las políticas de funcionamiento de mis servicios, las pongo yo y nadie más que yo. No hay debate sobre eso.

Esto es algo que me he visto teniendo que explicar en alguna ocasión, porque parece ser que para algunas personas esto no es claro. Parece que se sientan con el derecho de pedir que modifiques tus precios o las condiciones de tus servicios. Y eso, es una falta de respeto.

Siento que no hay consciencia sobre ello, que las personas que lo hacen no saben ni por qué lo hacen, o no sienten que al hacerlo estén sobrepasando un límite que no deberían sobrepasar. Por ello, en más de una ocasión, me he tenido que poner en mi lugar.

Y el post/artículo de hoy, va para todas esas personas que todavía no tienen consciencia del valor de un servicio espiritual o terapéutico. Lo escribo para crear consciencia al respecto. Es parte de mi labor también crear consciencia sobre este tema, y continuar rompiendo moldes mentales obsoletos.

Parece claro que si tú vas a un médico privado y te pide 90 euros por una consulta de menos de 10 minutos (que es lo que suelen durar), no vas a decirle “oiga, que es muy caro esto, hágame una rebajita”. O que no se te ocurriría pedirle esto mismo a la cajera del supermercado cuando te da el tiket de la compra. O que no piensas que pagar 120 euros por ver el concierto de tu super estrella favorita, es caro. ¿Verdad? Esto parece claro.

Sin embargo, ¿qué es lo que te hace pensar que puedes regatearme los precios a mí o a cualquier otro profesional del crecimiento personal, las terapias o la espiritualidad?

Los motivos particulares que tenga cada uno habría que verlos en cada caso (y ese podría ser un buen tema para una sesión terapéutica) pero, desde luego, a nivel colectivo hay diversas creencias que afectan a esto y que te impiden ver y valorar a la persona que tienes delante.

Una de ellas es que “lo espiritual” no debería cobrarse. Que debería ser gratis o a un precio simbólico. Esto en cierta manera proviene de creencias religiosas completamente obsoletas. Alguien me dijo una vez “bueno, tú no estás aquí para ganar dinero con tu trabajo, estás aquí para servir”. Guau! Menuda afirmación! Y todo lo que hay detrás de ella!! Y yo pregunto: ¿no puedo estar realizando un servicio a la humanidad, ganar dinero con ello, y vivir bien? ¿Acaso es incompatible? ¿Quién ha dicho que la espiritualidad deba estar reñida con el dinero o con la materia? ¿Acaso la materia y el dinero no son “estpíritu” también? ¿Hay algo que no lo sea? Son preguntas que te planteo para la reflexión. Yo las tengo clarísimas.

Otra razón por la que cuesta es que, como ya he dicho antes, son servicios nuevos y la mayoría de las personas no han colocado aún internamente el crecimiento espiritual como una necesidad básica, igual que la alimentación, por ejemplo (que lo es, porque somos materia y espíritu, aunque muchos todavía no lo vean ni lo acepten) pues no lo colocan entre sus listas de prioridades. Lo ven como un lujo o como algo de lo que pueden prescindir. Pero,  no hay más que ver el boom actual de terapias y métodos de sanación! Como ya he explicado antes, esto no es una moda pasajera, se corresponde a un proceso planetario de evolución consciencial en el que todos estamos involucrados y todos hemos de hacer el trabajo interno si queremos que la Tierra ascienda a la 5ª Dimensión. Es simplemente una cuestión de responsabilidad.

Cuando tú me pides que te rebaje el precio, o cuando te niegas a aceptar las condiciones de mis servicios, me estás faltando el respeto, como persona y como profesional. Esto es así. Te guste verlo o no. Y mi labor, es hacértelo ver. Crear consciencia de esto.

Para ello, tengo que poner en acción mi energía masculina, activar la espada de Arcangel Miguel, cortando aquellos comportamientos, actitudes, personas que no voy a admitir más en mi vida.

Esto, está mal visto dentro del mundo espiritual. Porque predomina una energía más femenina de amor y comprensión y perdón, y parece que para ser “espirituales” debemos ser amorosos y perdonarlo todo y ya. Y esto no es cierto. Esta es una de las sombras del femenino expresándose a través de una falsa espiritualidad.



Una espiritualidad madura requiere de nosotros que sanemos y desarrollemos la luz de ambas energías en nuestro interior. Yin y yang. Masculino y femenino. La energía masculina, como consecuencia de la sociedad patriarcal en la que vivimos, se encuentra completamente juzgada y condenada, sobre todo por mujeres que han vivido sus consecuencias. Pero también por hombres que sienten la culpabilidad en sus cuerpos energéticos. De forma que o renuncian a ella y la rechazan y condenan, o la superdesarrollan como mecanismo de compensación.

Dentro del mundo espiritual o del crecimiento personal hay muchas personas (porque esto no solo pasa con mujeres) que por miedo a expresar su energía masculina sana, no la expresan, y entonces la reprimen. Lo que ocurre es que no saben poner límites, no saben defenderse, no saben decir NO cuando es NO, no son capaces de hablar cuando toca y decir lo que tienen que decir en cada momento, por miedo. Miedo a que su energía masculina se desborde y no sepan qué hacer con ella.

Este es un gran problema porque genera ABUSO.

Muchas personas que estamos en el mundo espiritual, tenemos una energía femenina más desarrollada, estamos más conectados con el corazón, con la sensibilidad, con la comprensión del otro, y nuestra energía masculina, muchas veces se encuentra más deprimida. Esto se ve claramente cuando nos cuesta poner límites claros y ser tajantes cuando toca. Dentro del mundo espiritual, hay mucho abuso disfrazado de espiritualidad, por este motivo, pero esto da para otro post diferente.

Este ha sido para mí un gran aprendizaje en mi camino vital. El poner límites y aprender a ser tajante. Aprender a colocarme en mi sitio cuando alguien está intentando abusar de mi confianza o de mi energía femenina comprensiva en acción.

Cuando tú me pides una rebaja, o intentas que cambie las condiciones de mis servicios, sin aceptar que son las que son, estás traspasando un límite que no voy a consentir que traspases. Porque si tú no puedes ver el valor de lo que yo estoy ofreciéndote, el valor de mi servicio, entonces me toca a mí hacértelo ver. Y si aun así, sigues sin verlo, entonces no eres un cliente para mí. Es así de fácil. Y así de complicado a la vez.

Muchas veces nos perdemos, entramos en chantajes, por miedo a perder a los clientes. Y el miedo no es un buen consejero.

Que nadie te diga lo que puedes o no cobrar por tu servicio. Solamente tú sabes lo que te ha costado llegar adonde te encuentras en estos momentos.

Colocarte en tu sitio, es equilibrar en tu interior tus energías femenina y masculina. Y es parte de la maestría espiritual que viniste a desarrollar y a mostrar a los demás.

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