TU ESENCIA ES LO QUE ERAS ANTES DE QUE TE DIJERAN QUIEN DEBÍAS SER
Tu esencia es lo que
eras antes de que te dijeran quien debías ser.
Nacemos como una luz cegadora,
con un mil por cien de potencialidades y posibilidades, de caminos
desplegándose ante nosotros, con una curiosidad innata e infinita, con ganas de
observarlo todo, de probarlo todo, de experimentarlo todo.
Sin embargo, al nacer, nos adentramos
en un lugar concreto, en una familia concreta, en una sociedad concreta, en un
entorno concreto, que determinarán en gran medida en qué nos convertiremos.
Nuestros padres, profesores del
colegio, nuestro grupo de iguales, y la sociedad en general, parecen saber
mejor que nosotros mismos lo que nos conviene, así que, poco a poco, nos vamos
encorsetando, adaptando, configurando, para poder encajar en un determinado
tipo de sociedad con una serie de “normas”, algunas explícitas y otras no
tanto.
Todos nacemos con unos dones y talentos innatos, que con un
poco de suerte se van desplegando para sorpresa de nuestro entorno, que se
preguntan ¿y de donde habrá sacado este niño este talento para pintar? ¿o para
montar y desmontar cosas? ¿de dónde habrá sacado este interés por la historia,
con lo jovencito que es?
Pero resulta que, a veces, para
aquellos que nos rodean (padres, madres, maestros del colegio) estos dones no
son muy útiles en la sociedad en la cual vamos a tener que desarrollarnos y
deciden que es mejor que estudiemos matemáticas o lenguas (pero no cualquier
lengua vale, si es inglés, mejor que mejor), que nos dediquemos a “sacar una
carrera de provecho” o “con salida profesional” y, poco a poco, nos vamos desconectando de nuestra esencia y nuestro verdadero propósito.
Pero no solo eso. También nos
indican a qué edad, más o menos, estaría bien que nos independizáramos,
encontráramos un empleo estable, una pareja estable (si son para toda la vida
mejor), cuándo deberíamos comenzar a tener algo de nuestra propiedad o a qué
edad deberíamos comenzar a formar una familia, como debemos ser y qué “cosas”
deberíamos poseer para tener “éxito” en la vida, etc…
Evidentemente, esto no es tan
explícito como parece por la forma en que lo expreso pero estar, está ahí. Es
como una “presión subyacente” que nos va empujando a vivir una cosa detrás de
otra, sin que nosotros nos lleguemos a plantear si realmente estamos viviendo
la vida que queremos o la vida que han diseñado para nosotros.
Estamos viviendo en piloto
automático, dormidos, producto de vivir en una sociedad que está dormida
también, a la cual hemos tenido que adaptarnos.
Y llega un punto en nuestras
vidas en que, aparentemente, todo sigue igual, todo está bien, todo está en
orden, sin embargo, sentimos un vacío interior que no queremos ver, que vamos
tapando, intentando seguir hacia delante, y nos refugiamos en la comida, en el
consumo exacerbado de bienes materiales, de relaciones, de televisión, etc. Y
echamos la culpa de todos nuestros males a nuestra pareja, a nuestros hijos, a
nuestro jefe, al gobierno o a quien sea que se ponga por delante.
O puede también, que llegue un
punto en nuestra vida en que suframos un crisis vital tan grande que destruya
el castillo de naipes que habíamos construido y nos haga despertar de un
porrazo.
La cuestión es que esto que os
cuento no es un cuento, aunque pueda parecerlo. Es una situación en la que nos
encontramos un 95% de las personas, fruto de la sociedad en la que vivimos y el
sistema educativo que nos ha tocado “sufrir”.
Y digo “sufrir” porque nuestro
sistema educativo funciona de fuera hacia dentro, inyectándonos contenidos
externos a nosotros como si fuésemos un recipiente vacío que hay que llenar. Sin
embargo, nuestros dones y talentos innatos funcionan de dentro hacia afuera. Ya
los traemos de serie y venimos aquí a desarrollarlos y darlos al mundo. El
sistema educativo enferma nuestra creatividad y nos desconecta de lo que
verdaderamente hemos venido a entregar a este mundo.
Evidentemente, nuestros padres,
profesores, etc lo han hecho lo mejor que han podido y sabido dentro de su
propio nivel de conciencia. No es mi intención buscar culpables, por supuesto
que no. Como he dicho en otros artículos del blog: cada cuál actúa lo mejor que sabe y puede, con los recursos de los que
dispone en cada momento y según el nivel de conciencia en el que se encuentra.
Es un hecho que cada vez más gente
está despertando, cuestionándose todas las creencias que les han inyectado en
vena casi desde el nacimiento, preguntándose quienes son realmente, indagando
en su interior para re-conocer sus propios dones y talentos y entregarlos al
mundo. En definitiva, desaprendiendo
para volver a aprender. Pero esta vez, la
búsqueda es hacia dentro. Porque es solo desde dentro que podemos
re-conocernos.
Cuando tomamos consciencia de que
hemos venido a este mundo y estamos aquí
y ahora para aprender a amar desde el corazón y descubrimos los dones y
talentos innatos que el Universo nos ha dado para hacerlo, nuestra vida toma un
sentido mucho más profundo de lo que podamos imaginar y surge la fuerza desde el interior para cumplir
nuestro propósito con amor.
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