Reflexión del día (06/11/2017)
Cuando tenemos algún conflicto en
nuestra vida, con alguna persona cercana, normalmente nos quedamos en su manifestación
externa (el tema concreto de discusión, las formas que ha tomado dicho
conflicto o discusión, si tengo razón o la tiene el otro, etc).
Si nos acostumbramos a mirar
hacia dentro cada vez que tenemos algún conflicto: observar cómo nos sentimos,
en qué partes de nuestro cuerpo lo sentimos más (corazón, estómago, tensión en
cuello, dolor en la espalda, etc), emociones que nos crea, nuestro estado
después del conflicto, y intentamos ver más allá de ese conflicto en sí,
veremos que lo que hay siempre es dos personas que se sienten heridas.
Estas heridas, no son recientes,
no están provocadas por este conflicto en concreto, sino que tienen una raíz
mucho más profunda y lejana. Lo que ocurre es que se manifiestan en el ahora, a
través de una situación concreta, para que podamos verlas y abrazarlas.
En realidad, todo conflicto es un
reflejo de una herida profunda grabada en nuestro inconsciente que todavía no
se ha querido o podido ver para ser sanada. Y toda herida es el resultado de
una falta de amor.
Sin embargo, ese amor que
sentimos que nos falta, solo nos lo podemos dar nosotros a nosotros mismos. El
otro es solo un instrumento que nos refleja esa falta de amor y esa herida no
sanada para que la hagamos consciente y la abracemos.
Cuando comenzamos a querer ver,
aceptar y amar nuestras propias heridas surge desde lo más profundo del corazón
la auto-compasión, y por ende, la compasión hacia los demás.
El respeto profundo por uno mismo
y por el resto de personas solo es posible cuando abrazamos nuestra propia
imperfección.
Despertaras tantas conciencias que el tiempo de tu despertar habrá merecido esos silencios ; pues ahora son fuertes corrientes que susurran nuevos despertares...gracias por darle voz al alma .
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y por tu comentario. Me alienta a seguir escribiendo y compartiendo. Gracias
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