CONOCE Y DETÉN A TU JUEZ INTERIOR



Desde que Josep y yo comenzamos con nuestro emprendimiento online, he pasado momentos de toda clase, la verdad es que es un proceso de transformación externa pero también interna. De este proceso, quiero destacar aquí dos aspectos, que van muy unidos: la superación de miedos y la toma de conciencia del crítico interior.

Estas semanas he tenido a mi crítica interior muy viva dentro de mí. Pude observar que ésta se despertaba, sobretodo, en momentos en que sentía que había algo que suponía un reto, un cambio en mi forma de hacer las cosas, un aprendizaje nuevo, un avance, llegando incluso a bloquearme por completo.

Es muy común que nuestro juez interior aparezca en momentos de avance, como estos, pues es señal de que estamos saliendo de nuestra zona cómoda, y esta parte de nosotros lo que intenta es protegernos de sufrir, proporcionarnos seguridad. Sin embargo, impide que avancemos.

¿Qué es el juez o el crítico interior?

El juez interior es un arquetipo, una voz interna que nos critica, nos juzga y condena nuestra forma de ser, de comportarnos, de hacer, de estar en el mundo.

Esta voz está formada por todas aquellas voces que nos criticaron, nos juzgaron, se burlaron de nosotros, nos dijeron cómo teníamos que ser, cómo teníamos que comportarnos, qué estaba bien y qué estaba mal, qué podíamos hacer y qué no, qué éramos capaces de hacer y qué no, qué cosas se nos daban bien y qué cosas no.

Estas voces provienen de nuestra infancia, etapa de nuestra vida en la que no teníamos filtros, éramos todo corazón, y todo cuanto nos llegaba del exterior, y más si provenía de personas adultas y con autoridad para nosotros (padre, madre, profesor…) o incluso de nuestros iguales (compañeros del colegio) era cierto, lo tomábamos como verdad sin cuestionarlo. No nos parábamos a discernir qué tan bien se ajustaba aquello a nosotros. Lo incorporamos como propio, de manera que, se fue formando esta vocecita en nuestra cabeza a la que llamamos “juez interior” y también nuestro propio “autoconcepto” y “autoestima”.



Características del juez interior

- Es un conjunto de voces externas que hemos internalizado y en la actualidad parecen internas (parece que seamos nosotros mismos quienes nos hablamos de ese modo y nos decimos esas cosas).

-  Constituyen una estructura rígida que nos limita y define: una caja en la que nos encerramos, que nos limita, nos dice cómo hemos de ser y actuar y cómo no, en todos los ámbitos (pareja, amigos, trabajo, familia, etc).

-  Esta voz es muy moralista: tiene muy claro qué está bien y qué está mal. Qué debemos y qué no debemos hacer.

-  Alimenta nuestra realidad herida (niño interior) con sentencias como “ni se te ocurra hacer eso porque…”, “haz esto porque…” “tu no vales para esto”. Muchas veces esto es inconsciente y no nos damos cuenta, sin embargo, sí podemos escuchar “malestares” en el cuerpo, cansancio, falta de energía, que pueden ser “la resaca”, la constancia de que la voz juzgadora ha vuelto a hacer de las suyas en nosotros.

-    Sólo sabe criticar, juzgar y condenar. Esta voz juzga, critica y condena, tanto a nosotros mismos como a los demás. Si te descubres criticando a la gente de forma asidua, no hay duda de que tienes una voz interna haciendo lo mismo hacia ti mismo. Presta atención.

- Tiene un impacto brutal en nuestra autoestima: puede llegar a causarnos la impresión de no merecimiento, de no suficiencia, de no ser capaces de ciertas cosas. Es la voz del “no puedo”, “no soy suficiente”, “no me lo merezco”, “no valgo para esto”.

- Busca la perfección, sin embargo, esto no es posible. Somos perfectamente imperfectos. Cuando ve que no hemos podido hacer algo de la “manera irrealmente perfecta” que la voz nos exige, aprovecha para machacarnos (“mira qué mal lo haces”) o paralizarnos (“yo no sirvo para esto, mejor lo dejo”).

-  No nos deja avanzar, aprender, evolucionar. Su crítica es auto-destructiva, no permitiendo que aprendamos del error. Una crítica constructiva sonaría algo así como “Vale, he fallado en esto… ¿Qué puedo hacer para mejorar la próxima vez?”. La crítica destructiva, sin embargo, no nos da salida, no nos permite llegar a hacernos la pregunta “¿cómo puedo mejorar?”, dejándonos estancados, en la posición de víctimas.

-  No le gusta que asumamos riesgos. Una de las funciones de nuestra voz crítica es hacernos sentir seguros, que nos mantengamos en nuestra zona de confort. De modo que, cuando vea que nos acercamos a realizar algo que nos da un poco de vértigo o miedo, nos paralizará para que no lo hagamos, para que nos quedemos donde estamos.

-  Puede utilizar el sarcasmo, la broma, la ironía o el humor en algunas ocasiones.

Esta voz interior crítica, como hemos explicado antes, proviene de nuestra realidad herida (niño interior herido) y sigue alimentando esta realidad herida.
Hablaré de las heridas básicas en otro post, pero de momento quiero recalcar que esta realidad herida nos causa problemas colaterales en nuestra edad adulta, si no tomamos consciencia y comenzamos a sanarlas. Entre ellos: vergüenza, miedos, problemas de comunicación y asertividad, comparaciones, baja autoestima…



¿Qué podemos hacer con nuestro juez interior?

1.  TOMAR CONCIENCIA. La toma de conciencia es siempre el primer paso, pues como muchas veces digo, no podemos transformar nada de lo que no seamos conscientes. Identificar las diferentes voces que conforman nuestro crítico interior. ¿Qué cosas me dice? ¿En qué circunstancias suele aparecer? ¿Cómo me siento después? ¿Qué suelo hacer cuando aparece? Responde a todas estas preguntas y otras que se te ocurran para conocer a tu crítico interior y escríbelas en un papel o diario personal.

2.  DESIDENTIFICACIÓN. Distanciarte de las voces, saber que no son tuyas. Decirte para ti mismo, cuando vuelvan a aparecer, algo así como “ya está aquí de nuevo, pero eso no soy yo”. La meditación y la escritura terapéutica son instrumentos geniales para potenciar la toma de conciencia y la desidentificación.

3.  A NIVEL MENTAL: IR CREANDO TU PROPIA VOZ. Esta voz ha de ser tuya, propia, es la voz de tu “adulto interior sano”. Ha de ser una voz realista, basada en tus propias experiencias, en tus propias capacidades, tus talentos, tus límites, tus éxitos y tus errores. Esta voz ha de tener en cuenta que todo proceso de aprendizaje implica caerse para volverse a levantar. Puede ir bien que escribas sobre todas estas cosas y otras que se te ocurran sobre ti. La idea es que inicies un proceso de auto-indagación para derrumbar las críticas destructivas de esta voz.  

4.  A NIVEL EMOCIONAL: SENTIR EL DOLOR QUE NOS CAUSA. Este ejercicio sería como una especie de “terapia de shock”, pues se trata de escribir y expresar en voz alta todo lo que el juez interno nos dice y DARNOS CUENTA de lo dañino que es. Sentir ese dolor que nos auto-inflingimos cada día, sin piedad. El tema es que como esta voz está en nuestra cabeza, y viene, comienza a dispararnos y se va, no nos damos cuenta muchas veces del daño que nos hace. Escucharlo de nuestros propios labios, y dejarnos sentir el dolor, causa mucha impresión, y nos lleva a un espacio de auto-compasión. Pues es seguro que todo esto que nos decimos a nosotros mismos, no seríamos capaces de decírselo a otros.

5.  A NIVEL ESPIRITUAL: APRENDER A ESCUCHAR LA VOZ DE NUESTRA INTUICIÓN. La voz de la intuición es sabia, siempre quiere lo mejor para nosotros, nos guía por el camino adecuado, nos quiere ayudar y nunca nos critica de manera destructiva ni nos da órdenes. Sin embargo, no la dejamos ayudarnos. Porque tenemos la mente repleta de pensamientos que “hablan” más fuerte que ella, y no la podemos escuchar. Acallar nuestra mente con unos minutos de meditación al día nos puede ayudar a “bajar el volumen” de nuestros pensamientos y “subir el volumen” de nuestra intuición.

6.  A NIVEL CONDUCTUAL: ACCIÓN. Tomar riesgos. Superar miedos. Hacer cosas nuevas cada día. Salir de nuestra zona de confort. Como decía Susan Jeffers: “Hazlo! Y si te da miedo… ¡Hazlo con miedo!”



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